Uno de los mayores
atractivos de nuestra región son sus paisajes y entornos naturales.
La diversidad de la que disfrutamos en Asturias es algo que nos
permite visitar desde la alta montaña de picos de Europa, hasta las
playas y las calas de Llanes en poco menos de una hora de viaje por
carretera. Desde El Papu Coloráu os animamos a visitar alguno
de los rincones con más encanto de nuestra tierra y, por ello,
empezaremos por describiros uno de los sitios que más éxito
tiene entre nuestros visitantes y al que podremos acceder
caminando desde esta vuestra casa: el río Dobra y la ruta de la
Olla San Vicente.
El río Dobra, con
una longitud de 23 kilómetros, nace en el puerto de Dobres, en la
provincia de León, atraviesa la cordillera de los Picos de Europa y
desemboca en el río Sella justo en la frontera con los concejos de
Parres, Amieva y Cangas de Onís. Y es precisamente en este punto,
saliendo de Tornín en dirección al puerto del Pontón, donde
comenzaremos nuestra ruta.
Al llegar, lo
primero que encontraremos será un puente carretero conocido como
Puente Dobra.
Esta infraestructura
fue demolida en la Guerra Civil y reconstruida posteriormente. Su
construcción inicial estaba formada por grandes rocas de piedra
caliza de color rojo, las cuales todavía podemos divisar en el
estuario del río o amontonadas en su orilla.
A la izquierda del
puente se sitúa el restaurante del mismo nombre. Del restaurante
Puente Dobra destacamos el buen hacer en los fogones de Pili
Laria. Cabritu, cachopo o setas a la crema son alguno de los platos
que podéis degustar tanto antes como después de hacer la ruta que
os proponemos. El restaurante también dispone de una agradable
terraza donde tomar unas botellas de sidra.
A la derecha del
puente podremos observar la mecedura de los ríos Sella y Dobra.
El primero de ellos
se puede atravesar por una pasarela colgante que parte desde un
antiguo molino conocido como El Molín y
que va a parar al pueblo de Santianes de Tornín.
Si os desplazáis en
coche, es recomendable que aparquéis en las inmediaciones de la
N-625, puesto que el camino por el que se desarrolla la ruta está
restringido para uso ganadero.
Iniciaremos la ruta
dejando a nuestra izquierda el restaurante y a nuestra derecha el río
Dobra. La primera parte del trayecto discurre por una pista de grava
rodeada de castaños, abedules, hayas y robles. Esta pista hace una
curva pronunciada hasta llegar a uno de los puntos de mayor interés
de la ruta: el Puente Vieyu.
Aunque el cartel
indicador lleve a confusión, este puente es conocido como Vieyu y su
origen es medieval. Desde este punto, se puede tomar la senda del
Arcediano, una antigua vía que comunicaba Asturias con la meseta y
de la que hablaremos en otro post.
A partir del puente
Vieyu, el río nos ofrece una gran variedad de pozas y remansos de
agua cristalina. Entre estos lugares podemos destacar “les
catarates”, a unos 200 metros del puente Vieyu río arriba. En
este paraje, el Dobra atraviesa una zona de rocas calizas formando
una pequeña cascada y dos piscinas naturales.
Siguiendo por la
pista de grava y después de un kilómetro de recorrido,
atravesaremos Xibil, una espectacular braña con prados verdes y
cabañas desde donde comenzamos a atisbar las sierras de roca caliza
y los impresionantes bosques que las rodean. También podremos
observar vacas, ovejas, cabras y, si tenemos suerte, fauna salvaje
como ciervos, jabalíes, garzas, nutrias y pájaros carpinteros entre
otras muchas especies.
Es al final de este
lugar donde la pista se convierte en sendero y donde, pese a que la
ruta no conlleva una dificultad extrema, deberemos tomar
precauciones.
Al término de la
pista, nos encontraremos de frente con el río, lo que nos da dos
opciones:
seguir el sendero
por su margen izquierda o atravesarlo por encima de la tubería que
lo cruza.
La primera opción
es la más utilizada y la más cómoda si no queréis mojaros o
descalzaros dos veces para cruzar, pero debido al flujo constante de
gente, tiene zonas complicadas si vamos con niños o personas de
movilidad reducida. La segunda opción solo es recomendable si el
río lleva poca agua y pese a que el camino tiene menos
dificultades, suele haber partes que están tomadas por la maleza,
así que es aconsejable llevar un palo o bastón para apartarla y
poder pasar.
Tanto el sendero de
la margen izquierda, como el camino de la margen derecha, atraviesan
la zona conocida como la Becerrera, donde podremos hallar los restos
de una antigua cantera de roca caliza, un profundo pozo y una pequeña
cueva.
El paisaje cambia
notablemente dependiendo de la época del año. Estas fotos están
tomadas en finales de febrero y los árboles de hoja caduca propios
de la zona todavía no han desarrollado su follaje. Sus tonos ocres
moteados de verde contrastan con la claridad de las rocas y también
nos muestran caprichosas formas.
Una de las cosas que
más sorprende a quienes hacen esta ruta es la limpieza de las aguas
del Dobra, lo que permite avistar truchas, reos y pescardos entre
otros peces. Los insectos, las libélulas y las mariposas también
abundan en toda la ribera. Todo ello es posible gracias a que estamos
en un entorno apenas degradado por la huella humana. Las ruinas de un
antiguo molino y el sendero labrado por el paso de los caminantes son
los únicos vestigios de civilización en este tramo de la ruta.
Un poco más arriba,
encontraremos estas pintorescas cataratas con su pequeño pozo.
Ideal para quienes no resistan las ganas de darse un baño antes de
llegar al principal foco de atracción: la Olla.
Los caminos
discurren en paralelo al río hasta unirse unos metros antes de
llegar a la Olla San Vicente y se juntan en otro remanso rodeado de
castaños, avellanos, robles y algún que otro acebo. En esta parte,
el trayecto vuelve a ser bastante cómodo y continuaremos hasta
adentrarnos en una pradera que nos llevará hasta la Olla.
Y por fin llegamos a
nuestro objetivo. El valle se abre y podemos observar este singular
paisaje.
La Olla San Vicente
es una piscina natural perfecta tanto para nadar como para bucear
por su envergadura y por la claridad de sus aguas. En su parte
superior encontramos otro estrecho y profundo pozo y, un poco más
arriba, una serie de rocas por las que discurre el cauce del río y
que forman un jacuzzi natural de agua fría.
Alrededor de la Olla
podremos recorrer los bosques de castaños colindantes, adentrarnos
en el Parque Nacional de los Picos de Europa o, simplemente, darnos
un baño y tumbarnos a tomar el sol en sus orillas.
La duración de
esta ruta es de unos 40 minutos hasta la Olla de San Vicente y
para regresar seguiremos el mismo itinerario. Nos enfrentaremos a
un recorrido de 4,7 kilómetros con un desnivel de 172 metros. No
supone una gran dificultad pero, aún así, hay tramos que no son
accesibles para personas con movilidad reducida y en los que los
niños necesitarán ayuda para pasarlos. Por eso, recomendamos
llevar calzado cómodo y extremar la precaución en las zonas rocosas
y los pasos complicados para evitar accidentes. Por último, cabe
recordar que nos encontramos en un entorno natural de gran valor,
por lo que la basura que generemos debe volver con nosotros.