lunes, 11 de mayo de 2020

El río Dobra y la Olla San Vicente

Aquí os dejo este reportaje que redacté para la página web de El Papu Coloráu. Si no conocéis esta ruta no os la podéis perder:

Uno de los mayores atractivos de nuestra región son sus paisajes y entornos naturales. La diversidad de la que disfrutamos en Asturias es algo que nos permite visitar desde la alta montaña de picos de Europa, hasta las playas y las calas de Llanes en poco menos de una hora de viaje por carretera. Desde El Papu Coloráu os animamos a visitar alguno de los rincones con más encanto de nuestra tierra y, por ello, empezaremos por describiros uno de los sitios que más éxito tiene entre nuestros visitantes y al que podremos acceder caminando desde esta vuestra casa: el río Dobra y la ruta de la Olla San Vicente.

 El río Dobra, con una longitud de 23 kilómetros, nace en el puerto de Dobres, en la provincia de León, atraviesa la cordillera de los Picos de Europa y desemboca en el río Sella justo en la frontera con los concejos de Parres, Amieva y Cangas de Onís. Y es precisamente en este punto, saliendo de Tornín en dirección al puerto del Pontón, donde comenzaremos nuestra ruta.
Al llegar, lo primero que encontraremos será un puente carretero conocido como Puente Dobra.


Esta infraestructura fue demolida en la Guerra Civil y reconstruida posteriormente. Su construcción inicial estaba formada por grandes rocas de piedra caliza de color rojo, las cuales todavía podemos divisar en el estuario del río o amontonadas en su orilla.


A la izquierda del puente se sitúa el restaurante del mismo nombre. Del restaurante Puente Dobra destacamos el buen hacer en los fogones de Pili Laria. Cabritu, cachopo o setas a la crema son alguno de los platos que podéis degustar tanto antes como después de hacer la ruta que os proponemos. El restaurante también dispone de una agradable terraza donde tomar unas botellas de sidra.


A la derecha del puente podremos observar la mecedura de los ríos Sella y Dobra.


El primero de ellos se puede atravesar por una pasarela colgante que parte desde un antiguo molino conocido como El Molín y que va a parar al pueblo de Santianes de Tornín.


Si os desplazáis en coche, es recomendable que aparquéis en las inmediaciones de la N-625, puesto que el camino por el que se desarrolla la ruta está restringido para uso ganadero.
Iniciaremos la ruta dejando a nuestra izquierda el restaurante y a nuestra derecha el río Dobra. La primera parte del trayecto discurre por una pista de grava rodeada de castaños, abedules, hayas y robles. Esta pista hace una curva pronunciada hasta llegar a uno de los puntos de mayor interés de la ruta: el Puente Vieyu.


Aunque el cartel indicador lleve a confusión, este puente es conocido como Vieyu y su origen es medieval. Desde este punto, se puede tomar la senda del Arcediano, una antigua vía que comunicaba Asturias con la meseta y de la que hablaremos en otro post.
A partir del puente Vieyu, el río nos ofrece una gran variedad de pozas y remansos de agua cristalina. Entre estos lugares podemos destacar “les catarates”, a unos 200 metros del puente Vieyu río arriba. En este paraje, el Dobra atraviesa una zona de rocas calizas formando una pequeña cascada y dos piscinas naturales.



  
 Siguiendo por la pista de grava y después de un kilómetro de recorrido, atravesaremos Xibil, una espectacular braña con prados verdes y cabañas desde donde comenzamos a atisbar las sierras de roca caliza y los impresionantes bosques que las rodean. También podremos observar vacas, ovejas, cabras y, si tenemos suerte, fauna salvaje como ciervos, jabalíes, garzas, nutrias y pájaros carpinteros entre otras muchas especies.





Es al final de este lugar donde la pista se convierte en sendero y donde, pese a que la ruta no conlleva una dificultad extrema, deberemos tomar precauciones.
Al término de la pista, nos encontraremos de frente con el río, lo que nos da dos opciones:
seguir el sendero por su margen izquierda o atravesarlo por encima de la tubería que lo cruza.



La primera opción es la más utilizada y la más cómoda si no queréis mojaros o descalzaros dos veces para cruzar, pero debido al flujo constante de gente, tiene zonas complicadas si vamos con niños o personas de movilidad reducida. La segunda opción solo es recomendable si el río lleva poca agua y pese a que el camino tiene menos dificultades, suele haber partes que están tomadas por la maleza, así que es aconsejable llevar un palo o bastón para apartarla y poder pasar.

Tanto el sendero de la margen izquierda, como el camino de la margen derecha, atraviesan la zona conocida como la Becerrera, donde podremos hallar los restos de una antigua cantera de roca caliza, un profundo pozo y una pequeña cueva.




El paisaje cambia notablemente dependiendo de la época del año. Estas fotos están tomadas en finales de febrero y los árboles de hoja caduca propios de la zona todavía no han desarrollado su follaje. Sus tonos ocres moteados de verde contrastan con la claridad de las rocas y también nos muestran caprichosas formas.




Una de las cosas que más sorprende a quienes hacen esta ruta es la limpieza de las aguas del Dobra, lo que permite avistar truchas, reos y pescardos entre otros peces. Los insectos, las libélulas y las mariposas también abundan en toda la ribera. Todo ello es posible gracias a que estamos en un entorno apenas degradado por la huella humana. Las ruinas de un antiguo molino y el sendero labrado por el paso de los caminantes son los únicos vestigios de civilización en este tramo de la ruta.



Un poco más arriba, encontraremos estas pintorescas cataratas con su pequeño pozo. Ideal para quienes no resistan las ganas de darse un baño antes de llegar al principal foco de atracción: la Olla.


Los caminos discurren en paralelo al río hasta unirse unos metros antes de llegar a la Olla San Vicente y se juntan en otro remanso rodeado de castaños, avellanos, robles y algún que otro acebo. En esta parte, el trayecto vuelve a ser bastante cómodo y continuaremos hasta adentrarnos en una pradera que nos llevará hasta la Olla.



Y por fin llegamos a nuestro objetivo. El valle se abre y podemos observar este singular paisaje.


La Olla San Vicente es una piscina natural perfecta tanto para nadar como para bucear por su envergadura y por la claridad de sus aguas. En su parte superior encontramos otro estrecho y profundo pozo y, un poco más arriba, una serie de rocas por las que discurre el cauce del río y que forman un jacuzzi natural de agua fría.



Alrededor de la Olla podremos recorrer los bosques de castaños colindantes, adentrarnos en el Parque Nacional de los Picos de Europa o, simplemente, darnos un baño y tumbarnos a tomar el sol en sus orillas.

La duración de esta ruta es de unos 40 minutos hasta la Olla de San Vicente y para regresar seguiremos el mismo itinerario. Nos enfrentaremos a un recorrido de 4,7 kilómetros con un desnivel de 172 metros. No supone una gran dificultad pero, aún así, hay tramos que no son accesibles para personas con movilidad reducida y en los que los niños necesitarán ayuda para pasarlos. Por eso, recomendamos llevar calzado cómodo y extremar la precaución en las zonas rocosas y los pasos complicados para evitar accidentes. Por último, cabe recordar que nos encontramos en un entorno natural de gran valor, por lo que la basura que generemos debe volver con nosotros.