jueves, 20 de agosto de 2015

OBA Festival (parte II)

Sábado de Piragües y segundo día del OBA Festival. Después de haber dormido bien y comido mejor, pillé un taxi en Cangas de Onís con destino a Arriondas. Aproveché la oportunidad para comentar con el taxista cómo había ido el verano. La conclusión que sacamos fue que junio y julio vinieron fuertes en cuanto a afluencia de turistas. En agosto, parece que se ha experimentado un leve descenso, pero nada que ver con años anteriores. La crisis parece que empieza a suavizarse, pero aún queda mucho para que todos percibamos las mejorías.
También me comentó que el OBA no generó tantos viajes como el Aquasella y que los señores de verde se aburrieron de lo lindo toda la noche. Así que se dedicaron a hacer controles por doquier. Cuidadín con coger el coche durante el Descenso. Hay alternativas de sobra para desplazarse. Además, nos podemos ahorra preocupaciones innecesarias como “¿dónde he aparcado el coche?”, “¿daré positivo?”, “¡mierda, no hay dónde aparcar!” o “¡Joder, menudo atasco!”. Y si bebes, no conduzcas, ya lo dijo Stevie Wonder:


Al llegar a Arriondas, me dirigí al Apeaderu, donde el ambiente no había decaído. Un montón de gente se arremolinaba a la entrada. Por poner un pero, los bordes de las aceras estaban a rebosar de cristales y botellas. Sirva esto para dar un toque de atención al Ayuntamiento de Parres y a los servicios de limpieza. Es comprensible que son unas fiestas muy concurridas, pero da muy mala imagen y es incómodo tener que andar esquivando botellas y mierda cada tres pasos.
El plan para este día fue parecido al de la jornada anterior: tomar la primera en Arriondas, ir caminando hasta el OBA y regresar otra vez a pie.
Al llegar al recinto, pudimos observar que había un poco menos de gente, pero eso no nos hizo desistir. Llegamos sobre las 22 horas y dimos un garbeo por la zona de conciertos, donde estaba pinchando un dj. Al entrar, volvimos a encontrarnos con la segurata escrupulosa, pero esta vez estaba más relajada. Para evitarnos otro incómodo cacheo gratuito, preferimos pasar por donde su compañero, (tranquila, no te guardamos rencor).
Me encontré con un colega que llegó a las cuatro de la tarde para ver la Holy Party, una especie de recreación de una fiesta tradicional de la India, donde el color es el principal protagonista.


Me contó que fue una hora bastante extraña para celebrar este evento, pues la gente todavía se estaba desperezando en sus tiendas. “No me perdí gran cosa”, pensé.
Nos entró hambre y ganas de sentarnos, así que regresamos a la zona de día, dispuestos a probar las hamburguesas del Pepita. Hicimos cola un buen rato hasta que nos dimos cuenta de que la fila de gente era para recoger pedidos en vez de encargarlos. Se nos quedó un poco cara de gilipollas pero bueno, son cosas del directo y de la caraja de dos días de fiesta.
El precio de las hamburguesas era de 7 euros y, la verdad, merecían la pena en comparación con los otros puestos. Yo me pedí una de ternera con salsa de queso azul, cebolla pochada, tomate y lechuga. La carne se notaba que era de calidad y el tamaño era correcto.
Nuestro siguiente objetivo era ver a El Columpio Asesino, el grupo que más me atraía del cartel del festival. Íbamos a esperar hasta las 12 de la noche, cuando estaba programada su actuación, pero empecé a oír a Prodigy y nos animamos a ver quién pinchaba. Era Hugo Le Loup. La gente se iba congregando en torno al escenario para pillarse un buen sitio. El dj no lo hacía nada mal e iba encadenando temazo tras temazo sin que nos diésemos cuenta. Me sorprendió el Bliztkrieg Bop de los Ramones en 8 bits (como los sonidos de la Game Boy).
Nos entraron ganas de mear y fuimos a los baños. Lo bueno es que no estaban ni sucios, ni colapsados. Pero lo que más me llamó la atención fue que tenían a un tío con un rollo de papel entre sus dos dedos índices, para ponerlos a disposición de los usuarios. Estuve hablando un rato con él y le pregunté por qué lo tenían así. Me respondió que era un trabajo como otro cualquiera. A mí me pareció, sinceramente, denigrante. Si la organización lo hace para ahorrar papel o para que no se atasquen los retretes, creo que hay mejores maneras que tener a un empleado todo el tiempo de pie con un rollo en entre las manos. Espero que, por lo menos, estuviera bien pagado.
Dieron las 12 y nos fuimos a la zona del escenario para ver al El Columpio Asesino, el plato fuerte de la noche. El speaker los presentó en euskera y se le notaba que tenía la voz un poco cascada. Sería cosa del orbayu asturiano. Me fijé en la zona VIP y había menos gente que día anterior. Normalmente, suelen ir autoridades y gente importante a la que invitan, aunque también se pueden adquirir entradas por un precio sensiblemente superior. La diferencia entre la zona VIP y el resto de zonas es que en la primera puedes pagar con euros sin tener que cambiar tiques, te ponen algo de catering y te sirven las bebidas en vasos de cristal.
Pero volvamos a la parte musical. El Columpio Asesino comenzaron a desplegar su sonido. Impecable una vez más. El juego de luces también era bastante elaborado. Los pamplonicas empezaron un poco fríos para mi gusto, pero correctos. El show iría de menos a más. Tienen un aire siniestrillo ochentero que me hace recordar a Parálisis Permanente. Como ya dije, no soy un entendido en esto del indie, pero no me decepcionaron. Las guitarras sonaban contundentes y las voces se percibían claramente. Esto demuestra que no hace falta gastarse un pastizal en un equipo de 230.000 watios para alcanzar una calidad aceptable. “La potencia sin control no sirve de nada”, que rezaba aquel anuncio de Pirelli.

El punto álgido del concierto fue “Toro”, todo un single que combina perfectamente guitarras afiladas con sutiles arreglos electrónicos. Aquí os dejo una actuación de El Columpio Asesino en el Arenal Sound del año pasado:


Lo malo es que se nos hizo cortísimo el concierto, lo bueno, que lo pasamos bien echándonos unos bailes. Eso sí, a partir de ciertas horas ya notábamos el cansancio y decidimos regresar a Arriondas, no sin antes escuchar un par de temas de Monarchy. Éstos son un grupo inglés, para mí, desconocido. La verdad que a mí me dejaron indiferente, pero no soy quién para juzgar a un grupo sólo por un par de canciones. Aquí os dejo uno de sus videoclips para que os forméis vuestro propio criterio:


Yo ya he sacado mis conclusiones acerca del OBA Festival. Ahí van:
1- La propuesta, aunque no coincida con mis gustos, no me desagrada y comprendo que, al ser la primera edición, todavía hay mucho margen de mejora. Así que, desde este humilde blog, les doy mi voto de confianza.
2- El sonido fue lo mejor del festival. Correctísimo y potente. Ninguna pega, tanto para las actuaciones de los dj's, como para las de los grupos.
3- En cuanto a negocio, no creo que haya sido un éxito de taquilla, pero esto también puede ser favorable para los asistentes: sin aglomeraciones, servicios limpios, sin colas para pedir en las barras y, pese a que el primer día llovió algo, el prau estaba bastante transitable.
4- Eché en falta algún grupo asturiano en el cartel. ¿Qué menos que un festival que se celebra en Asturias, lleve, al menos, a un representante de la tierra?. Grupos como Chiquita y Chatarra, Stormy Mondays o, incluso, Nacho Vegas, no desentonarían con el tipo de público al que va destinado el festival. Además, aseguraría la asistencia de los fans de la zona.
5- Lo estuve comentando con varia gente de allí y estuvimos de acuerdo. No entendemos porqué han llamado OBA Festival a este evento. Si es por los campos de la Oba, están en Ribadesella y el festival se celebra en el concejo de Cangas de Onís, (aunque quede a medio kilómetro de Arriondas). Quizá sea cuestiones de branding que se nos escapan.
6- Me pareció buena la idea de poder acampar al lado del coche, aunque no haya tenido mucha acogida. A lo mejor, reduciendo un poco el precio se animaría más la gente, sobre todo, los que vienen de fuera de Asturias.
7- Los controles entre zona y zona me parecieron un poco desproporcionados. Si me pido un cachi en la zona de conciertos y quiero irme a la zona de alimentación a bebérmelo sentado, no veo razón de peso para prohibírmelo. Estoy consumiendo en el mismo recinto y, si me tratas bien y no me pones restricciones, voy a consumir más. Todos salen ganando.
La pregunta del millón es: ¿Repetiría la experiencia? Pues sí. No me importaría volver. A ser posible, con acreditación para poder cubrir a todos los grupos como se merecen. Pero puedo decir que, pese a los fallos que he expuesto, me lo he pasado bien. Eso es lo que cuenta, ¿no?.
En la próxima entrada os contaré mis aventuras por tierras gallegas. Os adelanto dos palabras: LICOR CAFÉ.


martes, 18 de agosto de 2015

Crónica del OBA Festival... y algo más (parte I)

 He tardado unas semanas en actualizar esto pero no me he muerto. He estado viviendo un para de experiencias para después contároslas por aquí. Como lo prometido es deuda, quedaba pendiente hacer una crónica del OBA Festival, celebrado durante el Descenso Internacional del Sella en los praos de la Dehesa, (Cangas de Onís).

Como os había comentado en la primera entrada, intenté conseguir una acreditación de prensa. Después de unos 8 mails con el departamento correspondiente y un par de trámites burocráticos, me avisaron con menos de una semana de antelación que denegaban mi solicitud. El contenido de los correos no os los puedo desvelar por cláusulas de confidencialidad propias de este tipo de empresas y por no buscarme otro marrón.
Lo que sí os puedo decir es que conseguí hacerme con un abono de 35€ por la cara. ¿Que cómo lo he hecho?. Prefiero no desvelarlo, pero os puedo asegurar que con ningún método ilegal (lo prometo). Al denegar mi solicitud, tampoco me veo en la obligación de destriparos todas las actuaciones del festival, pero sí que os comentaré mis impresiones acerca de los conciertos y de la fiesta de las piraguas en general.
Llegué hasta Arriondas desde Cangas de Onís en Alsa. Al llegar a la altura del puente donde se da la salida de las piraguas, tuvimos que esperar un buen rato, pues se celebraba el desfile de banderas y asociaciones colaboradoras con el Descenso. Son cosas que ocurren en estas fiestas, así que lo mejor es relajarse y tomarse la espera con calma.
Al salir de la estación de buses, quedé con mi prima Patri y con Benja, su novio, que también es mi colega. Estuvimos tomando la primera en el Neycar, en la conocida como calle los bares. Había terrazas cubiertas, barras en la calle y un dj animando el cotarro. La calle estaba repleta de gente. Se palpaba en el ambiente que había ganas de fiesta.
                                                                (foto: lne)
Después nos dirigimos hasta la plaza del Cañón, donde había menos gente, pero más “autóctonos”. Hicimos algo de tiempo en uno de los bares de la zona y compramos unos pinchos en la cafetería Campoamor. Decidimos ir a pie hasta el prau de la Dehesa donde se celebraba el OBA Festival.
Como ya os comenté, es el mismo sitio donde se celebraba el Aquasella. Este año, han decidido cambiarlo de fecha a dos semanas después. Algunos rumores apuntaban a que el motivo de este cambio se debe a que algunos cabezas de cartel de Aquasella, como Carl Cox o Matador, actuaban ese mismo día en el Loveland Festival de Amsterdam.


La primera impresión al ir acercándonos al OBA, que está a 500 metros de Arriondas, fue la escasez de tiendas en la zona de acampada habilitada entre Jaire Aventura y los escenarios. Las comparaciones son odiosas y, pese a que OBA y Aquasella compartían artistas como los Zombie Kids o Hugo Le Loup, el público al que van destinados responde a otro perfil. Si el primero, en su edición de debut, apuesta por el pop-rock y el indie, el segundo es uno de los mayores eventos de música electrónica de la cornisa cantábrica y celebrará su 19ª edición el próximo 22 de agosto.
Pues bien, al entrar a la zona de día, pudimos comprobar que la asistencia era mucho menor que en el Aquasella. Habían puesto unas luces y una carpa con barra más típicas de una fiesta prau que de un festival de música. También pusieron unos fardos de hierba al lado de la barra a los que no les encontré mucho sentido. Quizá quien llevaba el prau se los olvidó allí.
Lo bueno de esta zona de día es que había un buen número de mesas y sillas donde sentarse y tomar algo tranquilamente. Al fondo de la carpa se podían encontrar varios puestos de comida, de los que os hablaré más adelante.
Al aproximarnos a la zona de las taquillas, nos abordaron un grupo de chicas ofreciéndonos entradas rebajadas para el festival. La existencia de reventa en la misma puerta da una idea del interés que despertó el OBA entre los selleros y selleras.
Entramos a la zona de conciertos cuando actuaba el grupo La Habitación Roja. Pudimos llegar a las primeras filas sin problema y mezclarnos con los fans más entregados. Creo recordar que llevaban tres guitarristas o uno de ellos se alternaba con el teclado. Ante el “overbooking” de seis cuerdas, sólo pude pensar que un guitarrista solvente podría suplir perfectamente a dos de ellos, puesto que hacían los mismos acordes. Me gustó la manera contundente de tocar del batería. No tanto, la voz del cantante. No soy un experto en esto del pop indie hispano, pero casi todas las voces me suelen resultar iguales y anodinas. Como queriendo imitar al Los Brincos, pero sin la calidad técnica y compositiva de estos. No os parecerá muy imparcial mi criterio, pero tampoco lo pretendo.
                                                          (foto: La Habitación Roja)
Después de un rato de concierto, nos acercamos a una de las barras a pedir unos tragos. El sistema es el mismo que el de muchos festivales. Tienes que cambiar tu dinero por tiques en unas cabinas anexas a las barras. Los precios eran bastante carillos, aunque baratos en comparación con otros eventos de similares características. La caña en vaso de plástico de 20 centilitros costaba 3 euros y el cachi de 70 centilitros, 6. Sí, amigos. Los vasos de cachi, mini, maceta o como lo llaméis no llevan un litro, sino un poco menos. Maravillas del marketing.
Durante el concierto, una azafata de Brugal nos dio unos “chirimbolos” con lucecitas de la marca de ron. Supuse que sería para alumbrar un poco el festival, en mi opinión, un poco desangelado.
Había dos tipos de cerveza para elegir: la Amstel y la Desperados. Escogimos unos cachis de la segunda opción, la cual está aderezada con tequila. Al principio la cerveza Desperados entraba bien, pero a medida que se va calentando se hace más dulzona y pesada. Aún así, es preferible a la Amstel de caña (al menos, para mi gusto).
Al terminar La Habitación Roja, nos entró hambre, así que decidimos ir a la zona de restauración, al lado de la zona de día (o carpa de fiesta prau sin orquesta). Había un puesto de Telepizza que descartamos inmediatamente. El siguiente establecimiento pertenecía a embutidos El Cuco. Vendían bocatas de chorizo, lomo, salchichón... También lo descartamos y seguimos visitando cada uno de los puestos.
Las opciones más atractivas eran los food trucks. Éstos se están poniendo de moda últimamente. Cada vez son más las fiestas en las que se reserva un espacio para este tipo de negocios. La idea es simple: convertir una caravana o furgoneta en puesto de comida. Estaba anunciado que habría un food truck de cocina orgánica, vegetariana y vegana, pero yo no lo ví por ningún lado. Igual fue despiste mío o que se les cayó de la programación a última hora.
Deshojando la margarita, nos quedaban tres food truck para decidirnos. Había un autobús inglés de dos plantas llamado “Pepita”. Quizá era lo más llamativo del espacio. Estaba especializado en hamburguesas. La cola que había nos hizo decantarnos por uno de los dos restantes, pero el sábado pudimos degustar alguno de sus productos.
Al lado del autobús, había una caravana de tacos. Pedimos tres y nos los comimos en unas mesas altas que había al lado. He de decir que, exceptuando el Pepita, todos los productos de todos los food trucks costaban 5 euros. El minúsculo tamaño del taco que me pedí (de cochinita pibil) y que me lo sirvieran casi frío, me hace no recomendarlo. Otra cosa que me incomodó es que, para disimular el raquitismo culinario, echaran por encima un puñado de nachos de bolsa de marca blanca. La cuestión es que nos quedamos con hambre, así que optamos por probar algo del food truck de al lado: La Cachopera.
Por 5 euros te daban un cucurucho de cartón con tres minicachopos y patatas paja y salsas a elegir. Como buenos fartones que somos, pedimos que nos echaran de las 4: miel y mostaza, alioli, brava y cabrales. La verdad es que la idea está bien, aunque yo pondría más cachopo y menos patatas paja. Por lo demás, lo veo una buena opción si el hambre aprieta.
Al filo de las doce de la noche, nos acercamos a ver a los indiscutibles cabezas de cartel: Vetusta Morla. Se notaba que había expectación porque el número de personas aumentó considerablemente. Los madrileños no defraudaron y desplegaron todo su repertorio casi sin parar. La gente coreaba todas y cada una de sus canciones. Se nota que tienen callo en los directos. Sonaron potentes y claros, llegando a su punto álgido en “Copenhague” con la gente vibrando y dándolo todo. Si antes le pegué un palito a las voces del indie patrio, he de reconocer que la de Pucho me sorprendió, así como la puesta en escena de la banda en general.









  Al término del concierto de Vetusta Morla, volvimos a las mesas de la zona de día. Nos quedaba algo de bebida, así que la llevamos y pasamos el control de acceso sin problema. Al regresar para ver a Citizens, cuál fue nuestra sorpresa cuando una chica de seguridad nos sale al paso y nos dice que no podemos introducir bebida del exterior. “¡Pero si la compramos en el interior!”, le contestamos. Respondió que no podía dejarnos pasar con eso así que lo bebimos y se nos puso a cachearnos como si se le fuera la vida en ello. Lo gracioso es que, mientras esto sucedía, se colaron tres tíos y un vendedor de gorros sin pulsera, con la consecuente recriminación del superior a la segurata escrupulosa. No suelo tener en cuenta estos pequeños incidentes. Lo que me parece un poco arcaico es poner estos controles y restringir el paso de bebidas de una zona a otra, cuando todas tienen el mismo precio y se venden en el mismo evento. Sería una de las cosas a mejorar, no sólo en el OBA, sino en unos cuantos festivales que se me vienen a la mente.
La actuación de Citizens no me desagradó. Llevaban un rollo bastante parecido a Vetusta Morla, con cantante solista, baterísta, percusionista, teclado, bajo y dos guitarras. Yo diría que son un poco más bailables y menos épicos. Pese a que gran parte del público no los conocía, la gente se movió y disfrutó con sus temas. El sonido, una vez más, impecable. Ninguna queja.

Pese a que quedaba todavía mucho festival, nuestra sangre sellera nos quemaba en las venas, así que volvimos hasta Arriondas. Llevo muchos años yendo al Descenso del Sella; bien de juerga, bien a ver las piraguas, bien a currar o bien a un poco de las tres cosas.
Las calles de Arriondas en piraguas son uno de mis primeros recuerdos, así que perdonad si deserté del festival para sumergirme en las multitudes del parque de la Concordia, con sus orquestas, la plaza del Cañón, con el busto de Dionisio de la Huerta y los alrededores del bar El Apeaderu, siempre a reventar y con buen ambiente.


 Mi larga experiencia como sellero, me hace admitir que hace unos años había más gente. Arriondas se colapsaba esos días. Ahora está más tranquilo, pero creo que se puede disfrutar igual o, incluso, mejor. Retiré sobre las siete de la mañana y volví a pasar por el OBA. La zona de día estaba ya cerrada. Parecía como si a todo el mundo se le hubiese tragado la tierra. Hablé con un controlador y me dijo que, quitando a Vetusta Morla, había habido poco ajetreo. Pero todavía quedaba otra jornada de festival. La crónica del sábado y algo más, en la próxima entrada. ¡Prometido!

sábado, 25 de julio de 2015

Time-lapse desde la Cuesta l'Cholo (Xixón/Gijón)

Aquí os dejo uno de mis experimentos con la cámara. Es un lapso de tiempo tomado desde la Cuesta l'Cholo, uno de los lugares y puntos de encuentro más emblemáticos de Xixón. Concretamente, está grabado desde La Gaviota Calva. La música es del grupo asturiano de folk asturiano Beleño, perteneciente al tema "La dixebrá":

Time Lapse Cuesta l'Cholo


miércoles, 22 de julio de 2015

Mi odisea con Movistar (o cómo poner a prueba mi paciencia)

  Los smartphones y la conectividad han supuesto una revolución tecnológica en toda regla. Atrás quedaron los tiempos de los móviles tamaño ladrillo, la absoluta falta de cobertura en algunas zonas , la rigidez de las tarifas y la falta de ofertas atractivas. Las modalidades de pago han ido cambiando. Las tarjetas prepago fueron desapareciendo a favor de los contratos.
Servidor, que es reacio a tanta inmediatez y cambio tecnológico, se hizo una tarjeta prepago con Movistar hace unos quince años. Todavía recuerdo mi Nokia 3330 indestructible.

 Capaz de soportar desde que un coche le pasara por encima y de hasta usarlo de balón de fútbol y de horas y horas de vicio con el Snake.


He debido tener cerca de 10 móviles, pero nunca me he gastado un pastizal en ellos. Normalmente, heredo los móviles que ya no usan familiares y colegas, aún estando anticuados o con algún golpe. El móvil que uso habitualmente, soportó que le cayera un eucalipto encima (no es coña).


Pero vayamos al grano. Así entenderéis porqué os cuento todo esto.
Una bonita mañana de agosto, me encontré en mi bandeja de correo electrónico el siguiente mail de Movistar:


  La oferta consistía en que si me pasaba a un contrato Vive12 (¿quién le pone los nombres a estas historias y qué fuma?... Sobre todo el de Orange), por 12 euros al mes con una permanencia de 24 meses. Lo más goloso de la promoción era podría elegir entre tres modelos de móviles sin coste adicional: un Samsung Galaxy Young II, un Microsoft Lumia 425 o un ZTE Kis II max.
Si echamos cuentas, el Samsung libre vale en torno a 74 euros en PcComponentes y el ZTE y el Lumia, 69 euros en Mediamarkt,(estos fueron los precios más ajustados que encontré por la red). Pues bien, si multiplicamos 24 meses de permanencia obligatorios por los 12 euros al mes que establece el contrato (contando con que nunca te pases en el gasto) nos da un total de 288 eurazos. Casi el cuádruple de lo que cuesta cada terminal.
Servidor, que además de ser reacio a los avances tecnológicos, suele confiar en la gente, decidió aceptar esta oferta llamando al número indicado en el mail. Y ahí empezó mi odisea con Movistar, que os voy a relatar a continuación.
Al otro lado del teléfono se puso una chica con acento gallego. Muy amable y muy cordial, nos explicó a mí y a mi señora madre las ventajas que ofrecía hacerse un contrato Movistar y no dudó en ofrecernos insistentemente la fibra óptica, el 4G, la tele Movistar Plus y hasta el cuerpo incorrupto de Santa Teresa de Jesús. Cosas del marketing moderno, pensé yo.
Después de cerca de tres cuartos de hora, consiguió convencernos, pero ahí me surgió una duda. Hace años que me cancelaron la cuenta corriente que tenía, así que ¿cómo me cobrarían el importe del contrato, si el titular de la línea no es el mismo que el de la cuenta? Su respuesta fue que a ellos les daba igual. Así... literal.
Al terminar de darle mis datos, me dijo que ya podía acceder a las ventajas del contrato desde mi antiguo móvil y que en un par de días recibiría un código para canjear por el móvil que yo elija de los tres citados.
Pasó ese par de días y no recibí ningún código, así que me acerqué a una tienda Movistar. Allí, los empleados me dijeron que llamara al 1004 para ver cuál era el problema. Dicho y hecho. Después de casi 20 minutos de espera escuchando la canción del anuncio (que ya odio con toda mi alma) se puso una chica de acento sudamericano.


 Me pide nombre, dni y número de teléfono después de explicarle someramente mi problema. Tras otros 20 minutos de espera, desistí y colgué. La encargada de la tienda me recomendó que volviera a llamar al teléfono desde el que acepté la oferta.
Total, que llegué a casa y llamé a ese número. Una línea 900 (y menos mal, porque si no iba a llamar quien yo te diga...). Al habla, un chico de acento andaluz. Le vuelvo a dar mis datos y le explico mi problema: que me falta un código que no me llega y en la tienda me dicen que si el código no hay móvil. Extrañado, me contesta que no me hace falta ningún código y que en su base de datos pone que ya tengo móvil asignado. Que el problema podría estar en que los terminales de la promoción están agotados, (¿lanzan ofertas que no pueden cumplir o son tan inútiles que no pueden anticiparse a la demanda?).

Me decido a probar suerte en otra tienda Movistar, más grande, más moderna y con un tío al fondo con bata blanca que hace las funciones de servicio técnico. Antes de cruzar el umbral de la puerta, me aborda una chica con un polo de Movistar diciendo que tiene “un regalín” para mí. El regalo consistía en una suscripción para leer libros desde móvil o tablet. Yo no tengo tablet y leer por el móvil algo como un libro me parece comprar todas las papeletas de una rifa para quedarte sin vista. Rechazo amablemente su invitación y hago cola para que me atiendan en el mostrador.
Después de casi media hora de espera soportando un aire acondicionado a toda hostia, me atiende una chica que bien podría estar tomando el sol en vez de currando en ventas. De toda la cola de gente que había delante de mí, no supo solucionar ni un problema. Le explico el mío, ya sin mucha fe, después de haberle dado los putos datos y mi puto número. Me dice que no puede hacer nada y que vuelva a llamar al 1004. Le respondo que esto es un cachondeo y que me voy a acabar cambiando de compañía. Su encogimiento de hombros y su cara de desidia me lo dejaron claro.
Al día siguiente y con fuerzas renovadas volví a la primera tienda. Datos y número otra vez y que llamara al 1004 y a la línea 900 de movistar.es y que si tenía algún problema, ellos se ponían con el operador para intentar resolverlo. Vuelta a la misma merienda de negros...


Llamo primero a movistar.es y se vuelve a poner otra chica gallega (deben de tener un call center en Galicia). Me dice que llame al 1004, le respondo que ya lo hice y que eso no soluciona mi problema. Entonces se pone a cortarme mientras hablo y a alzarme la voz reiterando que llame al 1004. Ahí ya se me hinchan las pelotas y le digo no me grite, que soy un cliente y que no me falte al respeto. Inmediatamente se disculpa y me dice que en su centro de trabajo hay mucha gente y que tiene que alzar la voz. Pero las disculpas no son porque se dé cuenta de que ha metido la pata, sino por la puta encuesta que te hacen vía telefónica después de llamar al 1004. Una mala puntuación les quita de cobrar más comisiones, según me explicó una chica de la tienda. Le paso a la operadora para que hable con ella y vuelta la burra al trigo. Cero patatero en la encuesta, monina. A ver si aprendes a tratar con respeto a los clientes.


Ante mi desesperación, los empleados y la encargada de la tienda me ofrecen varias opciones. La primera es pasarme a un contrato Vive25 con smartphone sin coste adicional, 2GB de datos y llamadas ilimitadas por 25 euros al mes. Les respondo que estoy más pelao que el culo de un mandril, que no suelo gastar tanto y que me parece caro. La segunda, consistía en cancelar la migración y hacerme un contrato Tuenti Móvil por 7 euros al mes, el Samsung Galaxy Young II y 30 euros gratis en llamadas. Me explicaron que, por 37 euros (la tarjeta de Tuenti se paga aparte, podría llevarme el smartphone ese mismo día (además de los 30 euros gratis de regalo).
Me decidí por la segunda opción. Pero cuál fue mi sorpresa que, al tramitarme la baja en el contrato les sale que mi línea está dada de baja por falta de pago y que podría haber perdido mi número de teléfono. Un número que me ha acompañado casi la mitad de mi vida. El número al que suelen llamarme pa los curros que me salen, al que suelen llamarme los colegas que viven lejos, ¡un número que significa para mí mucho más que un número!

Mi cara tornó de la desesperación a la ira en menos de lo que tarda un conejo en consumar. Lo notaron los empleados de la tienda, que intentaron tranquilizarme como buenamente pudieron. Me dijeron que me abrían otra línea con Tuenti por el mismo precio y que podía reclamar mi preciado número. Aunque tardarían unos 20 meses (¡20 meses!) en responder a mi solicitud. Visto lo visto, acepté la oferta y me fui a casa con el Samsung. No me dieron ni ganas de abrir el paquete. Me apetecía mandarlo todo a la mierda y volver a comunicarme por señales de humo, al estilo indio yanomami.


Ya en mi leonera, me armé de paciencia y me llamé al número que, supuestamente, me habían quitado. Daba tono y funcionaba perfectamente. Volví a comprobarlo con el fijo y todo OK. Por fin un halo de esperanza.
Eché el resto llamando al 1004. Después de dar por nonagésima vez mis datos y explicar mi problema, el operador comprobó que mi línea estaba, efectivamente, dada de baja en contrato pero que seguía activa mediante prepago y que podía seguir utilizándola si recargaba al menos 5 euros.
A la mañana siguiente, volví a la tienda Movistar. Los empleados y la encargada ya me conocían por el nombre y casi se sabían mi número de teléfono. Les expliqué lo sucedido y les pregunté si podria migrar mi número a Tuenti y cancelar el nuevo. ¿Su respuesta? Que tengo que esperar 45 días para poder volver a hacer la migración de tarjeta a contrato y de Movistar a Tuenti (¿Pero no son la misma empresa?).
Ahora me veo con dos números de móvil y ardiendo en deseos de mandar a tomar por el culo a Movistar, a Tuenti, a la puta cancioncita de espera y a toda la directiva de Telefónica en cuanto me sea posible.

En conclusión:
En una empresa tan grande como Movistar puedes encontrarte con todo tipo de gente. Está la operadora borde, el encargado empanao, la dependienta insidiosa y el técnico posturero, pero también la empleada amable o la encargada empática. Esta última me dijo: “para la próxima vez, ven a la tienda antes de tramitar nada por teléfono o internet, que nosotros te lo solucionamos”.
Pues no sé si habrá próxima vez, pero han puesto a prueba mi paciencia.
En una empresa con los beneficios que tiene Movistar, me parece delito que se aprovechen de su situación cuasi monopólica para ningunear o maltratar al cliente e incluso, intentar estafarlo.
En una empresa que dice ser cercana y estar a tu disposición, es inadmisible que al cliente se le fría a encuestas cada vez que llama al 1004, que se le requieran sus datos cada dos por tres y que se tomen tantos escrúpulos en eso, cuando cualquiera que lleve un número de cuenta se pueda abrir una línea de contrato sin pedir una mísera copia del Dni del titular.
En una empresa que dice ser líder de su sector en Españistán es inexplicable que haya tanta descoordinación. Que sí, que igual “no tuve suerte y los pillé con todo el lío de la fusión con el Canal+”, como me dijo una encargada, pero no se puede ir vacilando de ser la hostia en verso cuando funcionan como el camarote de los hermanos Marx, pero sin gracia. Las tiendas no saben lo que oferta la web, la web te remite al 1004 y así hasta el infinito. Si servidor ha padecido toda esta odisea, no quiero ni pensar lo que pueden llegar a pasar las personas mayores o la gente despistada para realizar cualquier trámite. Ya podéis espabilar, amiguinos de Movistar... Lo lleváis crudo.
¡Uffff! ¡Qué a gusto me quedé!






martes, 21 de julio de 2015

Fiestes Populares del barriu l'Carmen de Xixón

 El pasado domingo 19 de julio se celebraron les fiestes populares del Carmen, un céntrico barrio de Xixón. Servidor, que había salido y desfasado el día anterior, se levantó medio resacoso, pero seguía habiendo gana de folixa, jaja.


Había oído hablar de estas fiestas, que se llevan celebrando desde hace ya unos cuantos años, así que me animé a echar un ojo y a mezclarme con los vecinos y curiosos que se congregaron en la calle Almacenes.



Lo que más llama la atención, es el ambiente que se respira. Vecinos y amigos en torno a una mesa para compartir empanada, sidra y fabada, juegos infantiles para los más pequeños y reivindicación, la cuál no tiene que estar reñida con la fiesta.
A las 14:30 horas se empezó a repartir la fabadona, cuyo precio era la voluntad. Servidor, que llegó sobre las tres de la tarde, todavía pudo degustar un buen platao, con su morcilla y su chorizo y regado por una cerveza Caleya (hay que tirar por lo nuestro, jejeje). En la barra también se vendía sidra L'Allume, (otro proyecto, al igual que Caleya, cooperativo de producción de la bebida asturiana por excelencia). El que quisiera, tenía la opción de degustar una fabada con setas, una idea que me pareció genial para aquellos que no comen carne o comprar un trozo de empanada o bollos preñaos.
Además, mientras dábamos buena cuenta de las viandas que acercaban los vecinos y que ofrecían en la barra, la tarde estuvo amenizada por La Bandina l'Compangu, que nos deleitaron con canciones tradicionales asturianas. Gaitas, acordeones, flautas y panderos animaron la sobremesa. La gente tenía ganas de pasárselo bien.




Se me olvidaba comentar que tambíén hubo un recuerdo para los detenidos el 14-N. Los vecinos se juntaron portando pancartas para pedir la libertad de gente represaliada por ejercer su derecho a huelga. En este enlace os dejo más información sobre el tema:


Para mí, el barrio del Carmen siempre fue uno de los lugares con más encanto de Xixón. Sus calles peatonales y tranquilas se han visto transformadas estos últimos años por terrazas y negocios de hostelería, pero no ha perdido su carácter popular. De hecho, algunos negocios de la zona ayudan a realizar estas fiestas, promovidas por Picu Rabicu y el C.S. Sestaferia.
Según rezaba el cartel, estaba previsto continuar la fiesta en el local de Sestaferia, a unos pocos metros de allí. El caso es que hacía tanto calor y la gente estaba tan de buen rollo que se prefirió seguir la fiesta en la misma calle. Un dj y un micro fueron suficientes para que todos nos animáramos a bailar y confraternizar. Sonaron temas desde Rage Against the Machine hasta la Pantoja, desde Kortatu hasta Rafaela Carrá, desde Felpeyu hasta Lendakaris Muertos. Vamos, que había variedad musical y de edades, puesto que todos, desde los más grandes a los más pequeños, pudieron disfrutar de este día festivo.


Este de abajo es uno de los edificios que siempre me llamaron la atención por su colorido y estructura. Está enclavado justo en la misma calle en la que se celebraron las fiestas:





Por último, como detalle curioso, os dejo este escudo que me encontré allí mismo. Pertenece a la sociedad gastronómica Andecha. Como podéis observar, tiene tenedores, cuchillos y cuchara, chorizo, morcilla y una vieira a modo de corona. La parte central la forman un gochu y un bugre y lo que más me llamó la atención fueron los percebes de la parte de abajo.



Y, ahora sí, para terminar, no puedo dejar de recomendar estas fiestas. Así que ya sabéis, para los que os guste pasar un buen rato en un ambiente cercano y distendido, el año que viene no podéis faltar a esta cita. No os arrepentiréis, os lo aseguro.

lunes, 20 de julio de 2015

Primer reto: conseguir acreditación de prensa para el OBA Festival

 En estos últimos tres años he solido currar en todo aquello que me ha salido (que no es mucho, si os soy sincero). El verano suele ser la estación en la que más currillos me salen. Como ya he dicho en la anterior entrada, he montado y desmontado escenarios y también me tocó trabajar de controlador en el Aquasella, para quien no lo sepa, uno de los festivales más importantes de música electrónica que se celebraba coincidiendo con el Descenso Internacional del Sella. Digo celebraba, porque este año lo cambian de fecha y en su lugar dan cabida a una nueva propuesta: el Oba Festival.
El nuevo evento acoge a un variado abanico de artistas, definiéndose como un festival “amable y con una línea editorial enfocada al pop rock”, aunque también hay un hueco para la electrónica.
La cosa es que estaba yo pajareando por la web del Oba Festival (http://www.obafestival.com/), cuando reparé en una sección llamada prensa. Uno, que tiene ojo clínico y deformación profesional, se decidió a pinchar en el botoncito y ver lo que se cuece para la gente del gremio, como servidor.
Rellené un sencillo formulario con mis datos y me remitieron una dirección de correo. Como requisito, piden que les envíe una previa del festival y en ello estoy.

El lugar
Quien haya estado alguna vez en el Aquasella se podrá hacer una idea de dónde está enclavado. Una extensa vega a las afueras de Arriondas bañada por el río Sella y al lado de la carretera que une Arriondas con Ribadesella. El recinto dispondrá de dos escenarios y de una zona de acampada con duchas y demás servicios. Como novedad, el Oba también da la opción de acampar al lado del coche por 20€ más. Como viene siendo habitual en las últimas ediciones del Aquasella, el Oba tendrá también una zona de día con acceso libre, sin tener que pagar la entrada.
Los precios
El abono sin derecho a camping es de 35€. Si quieres acampar te sale por 50€, si solo quieres ir el viernes, 30€ y sólo el sábado, 18. En cuanto a novedades, una de las cosas que me llamó la atención fue la oferta de pack de bebidas. Si acampas y no te apetece cargar con los litros, Oba Festival te ofrece una botella a elegir entre Brugal, Larios 12, Cutty Sark, Vodka Vox, DYC 8 y Jim Beam, más refresco (no especifica cuántos litros, aunque supongo que será de 2), más una bolsa de hielo, cuatro vasos y cubitera hinchable por entre 17€ y 19€.
Los artistas
El cartel del primer día de festival está compuesto por siete artistas y grupos, mientras que el sábado actuarán diez. Para que no se os haga muy pesado leerme, iré desgranando con vídeos uno a uno:
Empezamos con La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.):


La M.O.D.A., según la wikipedia es un sexteto acústico burgalés con influencias que van desde el blues y el folk, hasta el punk y el rock and roll. Llevan tocando desde 2011 y tienen dos discos y un E.P en su haber. Hacen una versión del Historia Triste de Eskorbuto, uno de mis grupos de cabecera, jeje. Serán los encargados de abrir las actuaciones a eso de las 19:30.

Sensacional

Se definen como un grupo de pop rock indie formado en A Coruña en 2013. Están capitaneados por Ricardo Saavedra, guitarrista de Deluxe y ahora también a la voz. Reivindican “la elegancia del sonido británico y la contundencia del americano sin descuidar la lírica de sus canciones”. Tienen un disco publicado.

La Habitación Roja


Formados en 1994, La Habitación Roja son uno de los grupos referencia del indie estatal. Estos valencianos han publicado nueve LP's basándose en raíces del pop rock americano. Destaca la variedad de su repertorio, teniendo discos acústicos y discos más enfocados al enchufe y los watios.

Vetusta Morla


Sin lugar a duda, el plato fuerte del Oba Festival viene de la mano de este grupo madrileño, una de las revelaciones de estos últimos años. Se formaron en 1998, pero no fue hasta 2008 cuando publicaron su primer disco autoeditado. Este sexteto de Tres Cantos hará un recorrido por los cuatro discos de su repertorio. Su estilo se podría definir como indie rock con letras en castellano. Me consta que tienen multitud de seguidores y que cuidan mucho sus directos.

Citizens


El Oba Festival no sólo acoge a artistas nacionales. Desde Londres nos llega esta banda de indietrónica y synth-pop formada en 2010. Han publicado dos discos y presentan una propuesta bailable tamizada por la electrónica.

Dj Coco

Para cerrar el primer día de actuaciones se apuesta por este dj que empezó en la sala Toque de Barcelona a principios de los noventa. Sus gustos van desde Pavement hasta el twee y se caracteriza por su eclecticismo y su capacidad de adaptación al público. En su set list caben desde el house y el tecno hasta el punk y el electropop.

Joan Luna DJ

El director de Mondosonoro será el encargado de amenizar los cambios de artista entre concierto y concierto. Ha pinchado en un gran número de salas y de festivales y apostará por un indie bailable con toques de pop electrónico. Desgraciadamente, sólo he podido encontrar vídeos de su alter ego, Ville Rowland, donde muestra su lado más salvaje y techno.

Lucas Colman


Este joven cantante y guitarrista “no pretende ser nada nuevo, pero sí algo único” en cuanto a estilo (según su carta de presentación. Actúa con una banda de ocho músicos y le tocará abrir las actuaciones con su disco de debut el sábado 8 a partir de las 16:30.

Delafé y las Flores Azules


Uno de los grupos más mediáticos del Oba Festival. Combinan rock, pop y soul con electrónica. En cuanto a letras, prefieren la lírica “a la agresividad del hardcore”. Decía lo de mediáticos porque han puesto música a unos cuantos anuncios de televisión. Llevan desde 2002 sobre los escenarios y antes eran conocidos como Facto Delafé y las Flores Azules. Se caracterizan también por cuidar mucho sus videoclips, por los que han recibido premios y nominaciones.

J_Malevo

Este dj y activo tuitero ofrece pasar un rato divertido y hacer que la gente baile con estilos como el electro y el pop y directamente haga pogos con el punk y el rock que saldrá de su equipo de sonido. Música sin etiquetas. Estuve buscando alguna sesión por Youtube para ilustraros pero me ha sido imposible. ¡Malevo, tío!¡Menos tuitear y súbete un vídeo!¡Si consigo la acreditación te lo hago yo!

Sidonie


Este grupo, fundado en Barcelona en 1997, está considerado uno de los grupos indies más exitosos a nivel nacional. Con una carrera tan extensa,hay transitado por la psicodelia y por la electrónica, pero siempre con un poso de pop del clásico. Las canciones en inglés de sus primeros trabajos han dado paso a textos en castellano. Sidonie son uno de los platos fuertes del sábado.

Hugo Le Loup


Otro dj para continuar la fiesta. Hugo Le Loup promete descargar su electro-house intercalado con temas míticos del rock and roll de toda la vida. En el vídeo que os pongo arriba le podemos ver actuar en la Holy Party que se celebró en el centro Niemeyer de Avilés el año pasado y que también será una de las actividades que acogerá el Oba Festival.

El Columpio Asesino


Formados en 1999, estos pamploneses practican una especie de electro punk rock oscuro con elementos de música electrónica. Suelen tener unas letras caracterizadas por el humor negro y absurdo.

EME DJ


Tras el pseudónimo EME DJ se esconde Marta Fierro, premiada en 2010, 2011 y 2014 como mejor DJ nacional por la revista RockdeLux. Abarca estilos como el indie y el disco, decantándose también por el synth pop. Sus sesiones son versátiles y sensibles, pero también dan lugar a la provocación y, ¿cómo no?, al baile.
Monarchy



Monarchy son un dúo inglés de synth pop. Otra de las apuestas internacionales del Oba Festival. Surgieron en 2009 y han publicado dos discos de estudio. También han creado remixes para artistas como Jamiroquai, Lady Gaga o Kylie Minogue entre otros. Facturan un pop electrónico delicado, pero sin dejar de estar enfocado a la pista de baile.

The Zombie Kids

Otro dúo electrónico para cerrar el festival. Estos madrileños destilan un show perfecto para aquellos a los que les guste el electro más cañero con toques dubstep, aunque inlfuenciados por el metal, el rap y el soul.

El Chico Biónico

Al igual que Joan Luna el viernes, el sábado será El Chico Biónico quien amenice los cambios de bandas y dj's. El Chico Biónico es el nombre de guerra de Gerardo Cartón, director del sello PIAS y encargado de llevar a grupos tan importantes con Muse o Sigur Ros por tierras españistanís.

Pues esta ha sido mi previa. Ahora sólo queda ver si suena la flauta y contactan conmigo para darme la acreditación. Deseadme suerte. Os seguiré informando.

Reiniciando...

 Hola, me llamo Miguel García y soy comunicador audiovisual. Vamos, que estudié esa carrera en la universidad aunque, por circunstancias de la vida estoy en paro (como seis millones más en Españistán). Una de las cosas que más me gustó de la carrera que escogí fue, lo que yo llamo, el rollo vocacional. Esto de contar historias o inventármelas siempre se me dio bien. Me gusta la música, la literatura, el cine, escribo poesía y artículos y lo que me echen, hago vídeos y canciones y toco y he tocado en varios grupos. Pero no hablemos más de mí...
O sí. La historia es que tenía este blog bastante parado. Lo he ido usando para colgar los artículos de mi época de becario, trabajos para asignaturas de la carrera y fotos de mis viajes y, sobre todo, del lugar al que pertenezco: Asturies.

Pues resulta que estaba yo tomando el sol después de darme un baño relajante en la Olla de San Vicente, la cuál tengo la suerte de tener al lado de casa de mi abuela en Tornín (Cangas de Onís) y me acordé de este blog. ¿Por qué no contar aquí las aventuras en las que me embarco?. ¿No es la red un lugar en el que todos tenemos cabida? Pues a ello...
Me he colado en caterings con jeques árabes, he aprendido a tocar la guitarra sin tener ni puta idea de solfeo y sin ir a clases, he entrado como invitado en la sede de la BBC en Londres, me he saltado la cola infinita de la Torre Eiffel de París, he caminado sobre el acueducto de Segovia, he sobrevivido a un Carmín de la Pola con la barbilla abierta, he sido recogevasos en la plaza del Marqués en Xixón y he cargado con el piano de la banda de Bruce Springsteen en su último concierto en el Molinón... ¿Qué es un blog para mí? Juas, juas... ¡Acomódense y saquen palomitas!