miércoles, 11 de abril de 2018

Punta Liquerique, puerto deportivo y Apagaderu

Aprovechando el primer día de sol de abril, nos damos un paseo por una pequeña parte del litoral gijonés. Empezamos por el puerto deportivo, que nos deja paisajes como estos:

 La punta Liquerique es el dique exterior del puerto deportivo de Xixón. Es transitable en su totalidad, salvo que haya temporal y las olas rebasen el rompeolas. Al final del paseo, podemos contemplar la parte oeste de la bahía de San Lorenzo, con las playas de Poniente y el Arbeyal, los astilleros, el puerto de El Musel y las chimeneas de la térmica de Aboño.
Continuamos nuestro paseo y ascendemos hasta Cimavilla, donde encontraremos esta atalaya junto a los restos de unas fortificaciones militares.



Una vez llegados a la altura de la atalaya, encontraremos un skate park, unos cañones antiguos y unas pistas de fútbol y baloncesto. Seguimos recto y llegamos a este lugar:










Se trata del sitio conocido como Apagaderu. Es un acantilado al que se accede fácilmente por una escalera, pero no por ello no debemos tomar precauciones. Las rocas que tienen musgo resbalan bastante y, cuando las mareas son fuertes, no es recomendable bajar si no quieres que te lleve una ola.


Este paraje tiene su historia particular. En 1983, el New Crest, un barco procedente de Inglaterra con destino al puerto de Avilés, para su posterior desguace en San Esteban de Pravia. El barco venía sin tripulación, arrastrado por el remolcador Faneca. El estado de la mar hacía imposible la llegada del New Crest a la ría avilesina, así que se optó por buscar abrigo en el puerto de El Musel.
La dureza del temporal hizo que los amarres se rompieran y que el carguero quedase a la deriva y encallase en los bajos del cerro de Santa Catalina. Concretamente, frente al Apagaderu.
En esta entrada del blog de Alejandro Pumarino podréis encontrar más detalles sobre esta historia.

Como podréis observar, la conjunción de las rocas y el mar da mucho juego para echar unas fotos, contemplar las vistas y el tráfico marítimo o disfrutar de una puesta de sol en un sitio tranquilo.



Por último, debo señalar que, aunque el lugar no sea tan conocido como el resto del cerro, no está libre de energúmenos que dejan todo echo unos zorros. Hay una papelera antes de bajar hasta el acantilado, así que no hay excusa para mantenerlo limpio.

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